lunes, 14 de octubre de 1996

El administrador del futuro

Ana Febres
El problema para que tanto los individuos como las organizaciones aprovechen las oportunidades y tomen las ventajas que proporcionan este ritmo de cambio acelerado, se reduce a su control y manejo, el cual encuentra su fundamento en la premisa de la planificación de los cambios como el sustento teórico del desarrollo de la organizaciones que aspiren a la transición hacia los nuevos tiempos marcados por la postmodernidad. Las transiciones organizacionales responden a las expresiones actuales de las tendencias hacia la globalización e internacionalización de los mercados, las cuales se han apropiado de los avances que la revolución tecnológica-informática le proporciona, mientras que en la base misma, cada vez la sociedad es más activa, más participativa y más exigente de mejores condiciones y mayores exigencias de desarrollo humano y calidad de vida: mayor justicia social, formación de culturas que respeten las diversidades y propicien su solidaridad y reconozcan los derechos humanos.
La formación de un profesional en administración que tome en consideración no solamente el énfasis del currículo tradicional que se ha dado en la asimilación de conocimientos de la tecnología administrativa sino también del desarrollo de las habilidades y destrezas requeridas para la implementación instrumental de los cambios; pero, sobre todo, la formación del administrador profesional que responde eficazmente con las actitudes y los valores que fundamenten su práctica para enfrentar los retos que las demandas y requerimientos de las situaciones derivadas de un entorno complejo e incierto.
En vez de desarrollar su trabajo haciéndolo mejor, para llegar a ser más conocedores y habilidosos, tendrán que ser logradores o conseguidores. Habrán de ser capaces de buscar y comandar recursos, determinar estrategias y romper limitaciones para implementarlas. En vez de concentrarse en el uso consistente de sistemas de administración, políticas y reglas de la compañía y enfocarnos a altos estándares, se convierten en operativos: operadores con un conjunto de valores, principios y modelos, pero operadores a pesar de todo, motivados por voluntad y habilidad para lograr. Es razonable preguntar ¿lograr qué?, pero la respuesta a esto descansa en el futuro; este futuro que, sin duda, incluirá los medios para hacer mejor uso de cualquier recurso disponible para nosotros, para mejorar la calidad de vida y, por tanto, nuestro crecimiento y desarrollo. El administrador del futuro claramente tiene que ser, como se dijo anteriormente, un buen operador, una persona motivada que puede obtener y controlar recursos de clase para lograr resultados, un administrador altamente desarrollado y altamente auto confiable. Esta persona se puede encontrar entre los graduados de altos rangos de las universidades. Hasta que las universidades puedan de nuevo enseñar una teoría de acción, no se puede "encontrar" a este desarrollado ser humano, de tal manera que se tiene que "hacer". En otras palabras, el desarrollo de los administradores va a llegar a ser mucho más que una necesidad de supervivencia, como lo es ahora.
Hablar del desarrollo de administradores implica un cambio en la educación, de tal forma que ésta sea el resultado de experiencias y no de adiestramiento de la memoria. La educación deberá ser un proceso creativo-innovador (que algunos futurólogos identifican como el rasgo característico de una nueva fase de la revolución tecnológica que vivimos en nuestros días), en el que el administrador logre desarrollar confianza, ideas, comunicación e interacción.



La computadora del administrador en el futuro.

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